miércoles, 6 de enero de 2016

El Puente de la Paz

EL PUENTE DE LA PAZ

Situado entre Rivas y Arganda es un icono histórico de ambos municipios y se ha utilizado en varias películas a lo largo de toda la historia pero, ¿Sabéis la historia real del puente?



1. Barca del Jarama: 1505 – 1818 / 1831 - 1843

Antes de la construcción de los primeros puentes el paso del río se realizaba en una barca, propiedad del Rey y de la villa de Arganda. A partir de 1579 la administración pasa a ser
compartida con la capital madrileña. La “Barca de Arganda”, por ese nombre era conocida, era una construcción de aproximadamente 13 x 6 metros, hecha en madera de Cuenca y con barandillas para proteger a carros, caballerías y viajeros, cada 6 o 7 años tenía que ser
renovada. En ambas orillas se situaban dos puertos de atraque o aportaderos unidos por maromas que ayudaban a gobernar el paso de la barca, con frecuencia se quedaba barada en los bancos de arena y en época de avenidas era difícilmente gobernable. Se explotaba por arrendamiento, un contratista se hacía cargo de su gestión, mantenimiento y pago del salario del barquero. Un negocio rentable ya que cobraban un arancel por su uso, por ejemplo, en 1778 se pagaba 8 reales por un carro o 3 por un caballo. En 1834 la propiedad y administración de la barca pasa de los municipios de Madrid y Arganda, el municipio de Rivas-Vaciamadrid no se crea hasta 1845, a la Dirección General de Caminos.

2. Puente de madera: 1818 - 1831

Desde finales del siglo XVIII el incremento del tráfico de mercancías entre la capital y Levante hacen del todo necesario la construcción de un puente. Primero hay un intento por parte del Estado de construir un puente de piedra, similar en sus trazas al Puente de la Reina de aranjuez. Más tarde, en 1807, es el afamado arquitecto Juan de Villanueva quien realiza otro proyecto que tampoco puede acometerse. Será en 1818 cuando el Ayuntamiento de Arganda del Rey propone al de Madrid aceptar una propuesta de los hermanos Francisco y José Díaz para construir un puente de madera, los proyectos anteriores eran puentes de piedra, a cambio de la concesión de su explotación, el cobro del pontazgo, por un periodo de 16 años .



La propuesta es aceptada y se concluye, aprovechando los meses de verano, en el tiempo record de cuatro meses. Se utliliza piedra sacada del paraje argandeño de Valhondo para realizar los murallones y taludes de las orillas, mientras que las maderas proceden de pinares de Cuenca. Era un puente de diez ojos, pintado en verde, similar por ejemplo al que se onstruye a principios del siglo XX mientras duran las obras del Puente de Hierro y del que se conservan algunas fotografías. El 22 de noviembre de 1818 se inaugura con toda solemnidad, incluido disparo de cohetes, arco floral en medio del puente, suelta de globo, misa en la Iglesia Parroquial de Arganda, comida de hermandad entre Arganda y Madrid en el Ayuntamiento, baile en la plaza y colocación de la siguiente inscripción en letras doradas sobre la puerta de la casa del pontazgo:

 En los años siguientes las avenidas del Jarama van socavando los terrenos de ambas orillas, descubriendo las estacadas y haciendo peligrar su estabilidad, muchas maderas llegan incluso a pudrirse. El creciente deterioro produce el derrumbe del puente, el 13 de abril de 1831, a las cuatro de la tarde, tres años antes que concluyera el plazo de los contratistas. Por unos años se tiene que volver al tradicional paso en barca.


3. Puente colgante: 1843 – 1858 / 1862 – 1910

El 31 de octubre de 1843, con asistencia del Ministro de la Gobernación, el Arzobispo de Toledo y los alcaldes de Arganda y Vallecas se inaugura un puente colgante. Era un magnífico puente de tres tramos de 60 metros de luz el tramo central y 50 los dos laterales, dos pilas de sillería de 1,25 de ancho – que aún se conservan- , 119 viguetas de pino de 7,40 m de ancho, barandilla de madera enlazadas por maromas de hierro y apoyos giratorios para los cables que sustentan los tableros del puente. Poco más de quince años se mantiene en pie, el 1 de diciembre de 1858 se hunde por completo, cayendo al Jarama un carro de cuatro caballos conducido por dos labradores de Perales de Tajuña. En ese momento se desencadena un curioso suceso que vale la pena relatar, y que tiene como absoluto protagonista a un humilde jornalero.



4. Puente de hierro: 1910

Hacia esas mismas fechas se comienza a proyectar la construcción de un puente metálico. El primer proyecto del que tenemos noticia es redactado por el Ingeniero Enrique Calleja en 1884, el mismo ingeniero que dirige las obras de la línea de ferrocarril, inaugurada en junio de 1886, que une Madrid con Arganda del Rey. Un puente de hierro es la solución para evitar accidentes como el ocurrido en 1887 en la que después de quebrar una vigueta cae un carro con su carga al Jarama.
El proyecto de Enrique Calleja no se llega a ejecutar, muere en 1892 después de hacer notables obras en la localidad. En reconocimiento a esa labor, en 1896 se le decide dar su nombre a la antigua calle “Arroyá”. En la década de los cincuenta, desacertadamente, se decide cambiar su nombre por el actual “Juan de la Cierva”, sería de justicia que su nombre volviera al callejero argandeño . Lo cierto es que el proyecto definitivo del puente metálico que hoy conocemos estaba ya próximo a hacerse realidad. El ideado por Calleja se diferencia casi únicamente en el número de tramos, tres tramos de vigas parabólicas en lugar de los cuatro proyectados. En el resto de aspectos técnicos, incluido el aprovechamiento de las pilas y estribos de fábrica del anterior puente, es muy similar al definitivo puente de hierro.



En Febrero de 1905 la Dirección General de Obras Públicas saca a subasta pública la construcción del puente metálico, según presupuesto, condiciones y proyecto redactados por los técnicos del Ministerio de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas. El precio de la contrata es de 409.059 pesetas, el puente tendrá 162,60 metros, y el plazo de ejecución es de 4 años La subasta es adjudicada en 360.000 pts al bilbaino Manuel Victoria de Lecea, miembro de un conocido linaje vasco con una activa presencia en el mundo de la política, la empresa y las finanzas. Curiosamente, cosas del destino, un descendiente, Fernando Victoria de Lecea, es años más tarde, en 1998, el director de producción de la película ambientada en la guerra civil “La hora de los valientes” que incluye una escena rodada en el Puente de Arganda, seguramente sin conocer la relación del puente con ese otro Victoria de Lecea.  

Las obras comienzan de inmediato, sobre el mismo lugar del antiguo puente colgante, por lo que para facilitar el paso se construye un puente de madera en las inmediaciones. Sabemos que a finales de 1909 aún se encuentra en uso el de madera ya que el 29 de diciembre el Alcalde de Arganda comunica que una crecida del Jarama lo ha anegado. Una situación que se repite a los doce meses, el 12 de diciembre de 1910, esta vez arrastrando parte del puente de madera, y en la que se comunica que “el paso se hace por el nuevo puente de hierro”.

A partir de ese momento el puente pasa a ser uno de los referentes del municipio, así será hasta la inauguración del próximo puente de hormigón en 1964, como parte de varias actuaciones en la Carretera de Valencia (en la que se incluyen la supresión de la travesía del pueblo de Vallecas y del casco urbano de Arganda).


Durante la guerra civil se convierte en uno de los primeros objetivos de las tropas nacionales. En los primeros días de la Batalla del Jarama, entre los días 6 y 7 de febrero de 1937, es rechazado un intento de tomarlo, llegando incluso a los combates cuerpo a cuerpo. Esta defensa impacta a Ernest Hemingway. El Puente de Arganda iba a perdurar ya para siempre en la memoria del escritor norteamericano. Primero en su documental “Tierra Española”, donde adquiere un protagonismo estelar, con su estructura metálica junto a la carretera, y sobre todo en la novela mundialmente conocida “Por quien doblan las campanas”. El eje argumental es la destrucción de un puente, principal arteria logística del ejército nacional, que él mismo Hemingway se encargó personalmente que apareciera en la portada de todas las ediciones, con la siguiente descripción que recuerda al Puente de Arganda: “fino, de metal, elevado y con aspecto de telaraña”.



Dos meses antes, en diciembre de 1936, el Puente había protagonizado otro curioso episodio. Con motivo de la evacuación a Valencia de la pinacoteca del Museo del Prado, los lienzos de mayores dimensiones, como el de las Meninas, tiene que ser descendidos de los camiones y ser trasladadas a mano con la ayuda de unos rodillos. Por azares del destino, la familia de Carlos IV se ve obligada a cruzar el puente caminando.”. 






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