Antes de la construcción de los
primeros puentes el paso del río se realizaba en una barca, propiedad del Rey y
de la villa de Arganda. A partir de 1579 la administración pasa a ser
renovada. En ambas orillas se situaban dos puertos de atraque o
aportaderos unidos por maromas que ayudaban a gobernar el paso de la barca, con
frecuencia se quedaba barada en los bancos de arena y en época de avenidas era
difícilmente gobernable. Se explotaba por arrendamiento, un contratista se
hacía cargo de su gestión, mantenimiento y pago del salario del barquero. Un
negocio rentable ya que cobraban un arancel por su uso, por ejemplo, en 1778 se
pagaba 8 reales por un carro o 3 por un caballo. En 1834 la propiedad y
administración de la barca pasa de los municipios de Madrid y Arganda, el
municipio de Rivas-Vaciamadrid no se crea hasta 1845, a la Dirección General de
Caminos.
2. Puente de madera: 1818 - 1831
Desde finales del siglo XVIII el incremento del tráfico de mercancías
entre la capital y Levante hacen del todo necesario la construcción de un
puente. Primero hay un intento por parte del Estado de construir un puente de
piedra, similar en sus trazas al Puente de la Reina de aranjuez. Más tarde, en
1807, es el afamado arquitecto Juan de Villanueva quien realiza otro proyecto
que tampoco puede acometerse. Será en 1818 cuando el Ayuntamiento de Arganda
del Rey propone al de Madrid aceptar una propuesta de los hermanos Francisco y José
Díaz para construir un puente de madera, los proyectos anteriores eran puentes
de piedra, a cambio de la concesión de su explotación, el cobro del pontazgo,
por un periodo de 16 años .
La propuesta es aceptada y se concluye, aprovechando los meses de
verano, en el tiempo record de cuatro meses. Se utliliza piedra sacada del
paraje argandeño de Valhondo para realizar los murallones y taludes de las
orillas, mientras que las maderas proceden de pinares de Cuenca. Era un puente
de diez ojos, pintado en verde, similar por ejemplo al que se onstruye a
principios del siglo XX mientras duran las obras del Puente de Hierro y del que
se conservan algunas fotografías. El 22 de noviembre de 1818 se inaugura con
toda solemnidad, incluido disparo de cohetes, arco floral en medio del puente,
suelta de globo, misa en la Iglesia Parroquial de Arganda, comida de hermandad
entre Arganda y Madrid en el Ayuntamiento, baile en la plaza y colocación de la
siguiente inscripción en letras doradas sobre la puerta de la casa del
pontazgo:
En los años siguientes las
avenidas del Jarama van socavando los terrenos de ambas orillas, descubriendo
las estacadas y haciendo peligrar su estabilidad, muchas maderas llegan incluso
a pudrirse. El creciente deterioro produce el derrumbe del puente, el 13 de
abril de 1831, a las cuatro de la tarde, tres años antes que concluyera el
plazo de los contratistas. Por unos años se tiene que volver al tradicional
paso en barca.
3. Puente colgante: 1843 – 1858 / 1862 – 1910
El 31 de octubre de 1843, con asistencia del Ministro de la
Gobernación, el Arzobispo de Toledo y los alcaldes de Arganda y Vallecas se
inaugura un puente colgante. Era un magnífico puente de tres tramos de 60
metros de luz el tramo central y 50 los dos laterales, dos pilas de sillería de
1,25 de ancho – que aún se conservan- , 119 viguetas de pino de 7,40 m de
ancho, barandilla de madera enlazadas por maromas de hierro y apoyos giratorios
para los cables que sustentan los tableros del puente. Poco más de quince años
se mantiene en pie, el 1 de diciembre de 1858 se hunde por completo, cayendo al
Jarama un carro de cuatro caballos conducido por dos labradores de Perales de
Tajuña. En ese momento se desencadena un curioso suceso que vale la pena
relatar, y que tiene como absoluto protagonista a un humilde jornalero.
4. Puente de hierro: 1910
Hacia esas mismas fechas se comienza a proyectar la construcción de un
puente metálico. El primer proyecto del que tenemos noticia es redactado por el
Ingeniero Enrique Calleja en 1884, el mismo ingeniero que dirige las obras de
la línea de ferrocarril, inaugurada en junio de 1886, que une Madrid con
Arganda del Rey. Un puente de hierro es la solución para evitar accidentes como
el ocurrido en 1887 en la que después de quebrar una vigueta cae un carro con
su carga al Jarama.
El proyecto de Enrique Calleja no se llega a ejecutar, muere en 1892
después de hacer notables obras en la localidad. En reconocimiento a esa labor,
en 1896 se le decide dar su nombre a la antigua calle “Arroyá”. En la década de
los cincuenta, desacertadamente, se decide cambiar su nombre por el actual
“Juan de la Cierva”, sería de justicia que su nombre volviera al callejero
argandeño . Lo cierto es que el proyecto definitivo del puente metálico que hoy
conocemos estaba ya próximo a hacerse realidad. El ideado por Calleja se diferencia
casi únicamente en el número de tramos, tres tramos de vigas parabólicas en
lugar de los cuatro proyectados. En el resto de aspectos técnicos, incluido el
aprovechamiento de las pilas y estribos de fábrica del anterior puente, es muy
similar al definitivo puente de hierro.
En Febrero de 1905 la Dirección General de Obras Públicas saca a
subasta pública la construcción del puente metálico, según presupuesto,
condiciones y proyecto redactados por los técnicos del Ministerio de
Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas. El precio de la contrata es
de 409.059 pesetas, el puente tendrá 162,60 metros, y el plazo de ejecución es
de 4 años La subasta es adjudicada en 360.000 pts al bilbaino Manuel Victoria
de Lecea, miembro de un conocido linaje vasco con una activa presencia en el
mundo de la política, la empresa y las finanzas. Curiosamente, cosas del
destino, un descendiente, Fernando Victoria de Lecea, es años más tarde, en
1998, el director de producción de la película ambientada en la guerra civil
“La hora de los valientes” que incluye una escena rodada en el Puente de
Arganda, seguramente sin conocer la relación del puente con ese otro Victoria
de Lecea.
Las obras comienzan de inmediato, sobre el mismo lugar del antiguo
puente colgante, por lo que para facilitar el paso se construye un puente de
madera en las inmediaciones. Sabemos que a finales de 1909 aún se encuentra en
uso el de madera ya que el 29 de diciembre el Alcalde de Arganda comunica que
una crecida del Jarama lo ha anegado. Una situación que se repite a los doce
meses, el 12 de diciembre de 1910, esta vez arrastrando parte del puente de
madera, y en la que se comunica que “el paso se hace por el nuevo puente de
hierro”.
A partir de ese momento el puente pasa a ser uno de los referentes del
municipio, así será hasta la inauguración del próximo puente de hormigón en
1964, como parte de varias actuaciones en la Carretera de Valencia (en la que
se incluyen la supresión de la travesía del pueblo de Vallecas y del casco
urbano de Arganda).
Durante la guerra civil se
convierte en uno de los primeros objetivos de las tropas nacionales. En los
primeros días de la Batalla del Jarama, entre los días 6 y 7 de febrero de
1937, es rechazado un intento de tomarlo, llegando incluso a los combates
cuerpo a cuerpo. Esta defensa impacta a Ernest Hemingway. El Puente de Arganda
iba a perdurar ya para siempre en la memoria del escritor norteamericano.
Primero en su documental “Tierra Española”, donde adquiere un protagonismo
estelar, con su estructura metálica junto a la carretera, y sobre todo en la
novela mundialmente conocida “Por quien doblan las campanas”. El eje argumental
es la destrucción de un puente, principal arteria logística del ejército
nacional, que él mismo Hemingway se encargó personalmente que apareciera en la
portada de todas las ediciones, con la siguiente descripción que recuerda al
Puente de Arganda: “fino, de metal, elevado y con aspecto de telaraña”.
Dos meses antes, en diciembre de 1936, el Puente había protagonizado
otro curioso episodio. Con motivo de la evacuación a Valencia de la pinacoteca
del Museo del Prado, los lienzos de mayores dimensiones, como el de las
Meninas, tiene que ser descendidos de los camiones y ser trasladadas a mano con
la ayuda de unos rodillos. Por azares del destino, la familia de Carlos IV se
ve obligada a cruzar el puente caminando.”.
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